
en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la mas feliz o la mas amarga de tus horas.
Mi misión es matar el tiempo, y la del tiempo es matarme en su turno a mí, Qué cómodo se encuentra uno entre asesinos. - E.M.C. -
Sin duda tu veneno comienza a elaborar su dura misión de entumir de una forma tan fascinantemente hermosa mi cuerpo, y hoy, por primera vez, me dispongo a disfrutarlo.
Este dolor que recorre mi organismo es un sufrimiento puro, sincero, propio, tan mío como mi ser, tan mío como mis sentimientos, tan mío como esta manera estúpida de ver a la vida, tan mía que solo yo la entiendo. En el mundo de cualquier otra persona esto seria completamente ilógico, tan absurdo como un intento fallido de suicidio, pero en mi mundo (lleno de masoquismo y sarcasmo), esto es la vida. En alguna ocasión escuche que el dolor y el sufrimiento nos ayudan a darnos cuenta que estamos vivos, que sentimos, pero solo un muerto sabría si esto es verdad, y por el momento yo no estoy muerto, no tengo tu valor, tu coraje tu decisión. Tu ahora estas muerta, tu tomaste la decisión de morir por mi, podrías haber volado sin dejar una sola huella, solo el recuerdo vano de que estuviste entrelazada entre mis tétricos dedos, que por unos segundos acaricie tu figura, y sabiamente decidiste inmortalizar ese momento, dándome este dolor, este sufrimiento encontrado por mi; después de clavar tu veneno en mi sangre, volaste hacia lo desconocido, volaste hacia un horizonte que nunca podrías alcanzar, y lo sabias, sabias que al volar encontrarías la irremediable muerte, pero oh! Que valentía la tuya, morir volando debe de ser la muerte mas preciosa que puede existir, incluso para un ser terrestre, y tu, un ser etéreo, volátil, libre, fue la forma que escogiste, la mejor sin duda alguna. En el ultimo contacto, clavaste ese aguijón que significo tu deceso, aun recuerdo ese momento como si lo estuviera viviendo en este mismo instante, casi se podía escuchar tu llanto, tu mismo dolor, el saber que iba a ser el ultimo contacto, que nunca podría existir nada mas entre nosotros, y que eso significaba desaparecer. Pero fuiste tan divina, tan presuntuosa que no me diste la oportunidad de verte morir, desapareciste volando, tan graciosa y elegante como siempre, tu orgullo no te permitió en ningún momento que te viera flaquear, desfallecer, morir, simplemente te alejaste a esperar el momento en que tu ser no pudiera mas, y que coraje el tuyo, para desfallecer en pleno vuelo, y sin que nadie pudiera dar fe de lo ocurrido. Ahora que pienso en ti, me doy cuenta que precisamente me comenzaste a doler cuando deje de verte, cuando te perdiste entre la borrasca, cuando dejaste de vivir. Que hombre tan dichoso soy, ¿que amor tan puro puede morir solo por dejar huella? Este dolor, esta huella sin duda se pasara con el tiempo, el tiempo que todo lo descompone, el tiempo que borra las huellas, maldigo al tiempo.
Claudio Ortega Práiz
29 de julio de 2004
tricholito@gmail.com
Que desdichadamente afortunado soy el día de hoy,
El día de hoy tengo penas para escoger, sufrimientos para sufrir
Y llantos para llorar,
¿Cuántos días más viviré como hoy?
¿Cuántas muertes más moriré como hoy?
Claudio Ortega Práiz
10 de Agosto de 2004
tricholito@gmail.com
Al fin la trama estúpida y absurda de un sueño fraguado en mi subconsciente terminó. Por fin puedo dejar de tener temor de despertar a aquella ilógica realidad que fue tan mágica, tan esotérica... pero que se volvió absurda.
Todavía no acaban de derrumbarse los símbolos, ni se ha consumido la última veladora, pero tarde o temprano eso ocurrirá, por que pensamos que sólo la muerte nos separaría, y fue algo tan estúpido e irreal que bien pudo ser la muerte estúpida de un niño atropellado, o el llanto vacío de una vieja por sus gatos.
Siempre pensé que habían amores que por sí mismos eran eternos e indestructibles, nunca pensé que pudiera tener algo tan mío como lo fue ella, nunca pensé que yo mismo pudiera pertenecer tanto a alguien. Es increíble como sin darnos cuenta dejamos de ser dos, habíamos formado una unión tan perfecta que era prácticamente imposible pensar que uno de los dos pudiera sobrevivir sin el otro.
Seguiremos juntos, eso es seguro. Existen uniones que no se pueden disolver.
Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos
dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles
despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de
sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume
del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Atelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo
anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va
corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo
está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.